miércoles, 16 de marzo de 2011

KIWI O HOBBIT?


Este es el dilema. Durante el bonito y llenísimo fin de semana en Rotorua, me he transformado en algo… pero todavía no sé bien si en kiwi o en hobbit… pero vayamos con orden.

La agencia turística Madda&comp que me voy a abrir pronto me había organizado un viaje lleno de actividades y de corta duración, pero más mochilero y menos inserso que el de la semana anterior. Iba a irme el viernes por la tarde/noche, pero había un social event de mi departamento y me pareció muy grosero de mi parte no ir. Eh. Los investigadores de todo el mundo tienen al menos dos cosas en común: 1) trabajan mucho y 2) cuando se toman un respiro, les gusta beber. Jejeje. La verdad es que el evento social fue muy bonito: se reunieron todos los del departamento de media studies (desde los estudiantes de master hasta los professors) en un bar del centro muy bonito a tomar algo. Yo me quedé poquito, porque después de un par de horas de todo el mundo hablando inglés a la vez con música de fondo, la cabeza estaba a punto de explotarme. Además llevaba toda la semana con la tesis a las tantas de la noche y a la mañana siguiente empezaba mi viaje… así que a las dos horitas (y dos cervecitas) me fui, dejando un ambiente muy animado y gente muy simpática.

Mientras volvía a casa mi vena consumista me obligó a comprarme dos camisetas para viajar más cómodas (es que las que tengo dejan unas marcas horribles cuando tomo el sol haciendo de guiri). Claro que me fui al equivalente del bershka, ya que mi vena consumista no deja de ser, en el fondo, bastante catalana. Así que me volví a casita y me preparé para los días de muerte que me esperaban…

Salí de WLG el sábado por la mañana sobre las 10:30, con otro de estos bonitos aviones pequeños que hacen la mayoría de vuelos domésticos.

Son chulos una vez que te acostumbras a que tengas hélices y a no levantarte de golpe para no darte con la cabeza (sí, hasta yo que tengo la altura de un hobbit pequeño). Lo que me falta es el video oficial que te ponen en los aviones grandes de Air NZ para explicarte todo el rollo de la seguridad: es divertidísimo y salen los All Blacks, jejeje! 

Del avión hasta pude ver el Lake Taupo, que está justo antes del de Rotorua, la sulphur city como la llaman los que la aprecian, o smelly city, como la llaman los malos. Es que es una de las áreas geotérmicas más activas del país, y hay geysers por  toda la ciudad. Yo no sé si es que iba ya preparada, pero no he notado demasiado el olor a huevo podrido que en otras zonas termales he notado mucho más.

Lo mejor ha sido que he llegado en un estupendo día de sol y por lo tanto lo primero que he hecho esperando el autobús ha sido llenarme de crema solar. Soy guiri, vale, pero no soy tonta. No tanto por lo menos.

Llegada a la ciudad, ya que me tenía que esperar a las 2 para entrar al magnifico hostal YHA (es que soy fan de la cadena), me he dado una vuelta por el pueblecito… ops, la ciudad.
Primero he ido a la oficina de turismo que ya de suyo es muy bonita.

Luego a buscar mis entradas para el Maori Village y por fin a comer un óptimo curry a un thai.  Por fin me fui a mi esplendido hostal, que como podéis comprobar, nada tiene que envidiar a sus hermanos de WLG o de Queenstown donde he tenido el placer de estar.


Y por fin ha empezado mi “turdefors” (sé que no se escribe así pero paso de buscarlo). 
Me he pateado toda la ciudad…a ver, toda, tampoco es que sea tan grande, pero hay cosas muy bonitas… el problema es que mis bambas de lluvia me daban demasiado calor y entonces, delante del lago, tomé la decisión: voy a transformarme en kiwi. Y fue así que me quité los zapatos y empecé a andar descalza como los kiwis. 

Y me fui a dar una vuelta por el lago 

(me pasé por el medio de un grupo de cisnes negro y pensé en Rossy y Carmela y la gracia que les hubiese hecho).
Me fui a los jardines (que tienen geisers y fumarolas), donde se encuentra al museo (que era una antigua bath house)

y por el centro a ver tiendas de jade y por fin a comprarme una chanclas de kiwi (siempre descalza, y la gente lo ve normal).
Cuando ya no podía más, me volví al hostal, donde después de ducharme y descansar un ratito, me vino a buscar el autobús que me llevaría, junto con muchas personas más, al Tamaki Maori Village. Una experiencia increíble. No tengo palabras para describirlo. A parte del entretenimiento en el autobús ofrecido por nuestro simpático guía y conductor y por el señor que entre todos nominamos el chief (jefe) de nuestra tribu para que fuera nuestro representante delante del jefe de los maoríes, todo lo de la aldea fue muy chulo. Nos acogieron los guerreros desafiándonos hasta que nuestros jefes (es que éramos 4 autobuses) hicieron cuanto explicado por los guías para que nuestras tribus fuesen admitidas a la aldea.
Entonces entramos al pueblecito de madera en el medio del bosque, donde nos explicaron muchas cosas interesantes sobre su tribu y sus costumbres de vida cotidiana, nos ofrecieron un conmovedor espectáculo de canciones y bailes (sí, me puse a llorar y creo que ha sido la primera vez desde que he llegado) y una cena hangi, que es su cena típica cocinada en el suelo.

Yo me llené el plato de cosas buenísimas que no me dejaron  dormir en toda la noche, uff.

Y aquí os dejo otra señal de mi transformación en kiwi: mi alma catalana debió de estar medio dormida porque NO se dio cuenta de que en la guía que había cogido en la oficina de turismo había un bono para una bebida gratis en la cena hangi! Y yo tomándome agua, mientras charlaba alegremente con las chicas de mi mesa (una francesa de París, una finlandesa animadora que estaba muy buena y dos japonesas que, evidentemente hicieron más fotos que yo).

Al día siguiente,  mi planning super apretado me obligó a levantarme a las 8. Lo peor fue encontrar un bar abierto para tomarme un café (y fui al mismo de la tarde anterior. El único donde pude tomar café después de las 5pm o antes de las 9am).
Después de desayunar me fui al lago otra vez a ver un mercadillo y menos mal que tenía un planning muy lleno que si no me hacía un tatoo maorí de estos temporales. 

Después me pateé unos 3 o 4 km hasta llegar a otra aldea maorí del nombre impronunciable e imposible de recordar, que tiene la característica de haber sido construido encima de una zona de geisers.  

Whakarewarewatanga (que es el diminutivo por Te Whakarewarewatanga O Te Ope Taua A Wahiao'): paseas por allí y de repente no ves nada por culpa de las fumarolas. En las piscinitas con agua termal hirviendo que tienen, suelen cocinar sus mazorcas y ofrecerlas a los guiris, aunque otra vez mi alma kiwi tomó el control y me perdí mi mazorca gratis o mejor dicho incluida en la entrada (què m’estarà passant?).
Pero vi los geisers y estuve todo el rato pensado en Jose MF y en cómo darle envidia con mis fotos. Jajaja. (Total, él ha estado en un hotel al lado de wwww y entonces ya no puedo darle envidia. Qué pena).
Otros 4 km de vuelta a pie, y las chanclas haciéndome daño. Así que me puse kiwi otra vez, que andar en la gespa descalza es una sensación que recomiendo. 
Parada estratégica en un super para comprarme comida para ahorrarme otro restaurante (menos mas, de vez en cuando mi alma catalana funciona aún) y directa a la oficina de turismo para esperar el bus que me llevaría a Hobbiton!!!

Lamentablemente esta es la única foto que puedo enseñar, ya que todo el set está protegido por copyright y te hacen firmar un acuerdo donde te comprometes a no enseñar las fotos a nadie: ni a familiares ni a amigos. Pero os digo que encontré mi agujero hobbit perfecto, con una espléndida puerta amarilla hecha a mi medida, es decir, a medida de hobbit!!! Y estar por el set es como realmente estar en la película: ha sido uno de los pocos en que Peter Jackson no ha añadido efectos… realmente es bonito como en la peli: todo verde comarca, el lago con el pub, el árbol debajo el cual Bilbo hace su discurso, bolsón cerrado (bag end), las casitas con sus jardines y huertas…  y además la guía nos iba explicando de todo: por donde llega Gandalf, por donde sala Sam, el campo de mazorcas por donde se escapan los hobbits, etc… ¡todo increíble, me quería quedar allí!!!
Pero aún mucho me esperaba por hacer en Rotorua, hasta las 11 de la noche que tenía mi autobús de vuelta a WLG.
Fue así que fui al Polynesian SPA, para disfrutar de sus piscinas de aguas termales y calientes (de 36 a 42 grados) con vista al lago… maravilloso, lo único creo que me equivoqué en elegir la opción, ya que me entonctré otra vez en otro viaje tipo inserso (y mientras en las piscinas sólo para adultos “great area for socializing!” que me creía que estarían llenas de viejos verdes, había todo de buenorros/buenorras)… anyway,  aquí me tenéis, disfrutando…

Lo malo fue que después de dos horas en baño maría a 36 y más grados, ya no pude más y tuve que encontrar otra manera de esperar el autobús. Así que me dirigí al pub que según mi guía era el más enrollado de la ciudad, a tomarme mi cerveza gratis (eh, lo que hace un SPA: te pone en contacto con tu alma más directa, y así fue que volví a pensar en los descuentos de mi guía, jajaja) y unas chips kumara, que sería la patata dulce de aquí, una especie de boniato buenísima! 

Y todo iba bien, hasta que de repente encendieron las luces a señalar que iban a cerrar, como me  confirmaron mis amables vecinos de mesa (un chico kiwi y una pareja de californianos)… y eran las 10! Menos mal que los mismos simpáticos vecinos de mesa me invitaron a unirme a ellos, que se iban a otro bar. Fueron increíblemente majos: no sólo me invitaron a una cerveza, sino que además me acompañaron a la estación y no se fueron hasta que me subí al autobús. Mamma, saresti contentissima: la signora disse esattamente: “My mother wouldn’t forgive me for leaving the young lady all by herself at night in a bus station!”. Ma che bellini, ti prego!!!
Y después de 7 incómodas horas de frio polar en el bus a dos pisos (no veas, sí que hay gente viajando por NZ), llegué a WLG… ducha rápida y a la uni, que a las 2 ya llegaban los guys… 
...però questa è un’altra storia!

martes, 8 de marzo de 2011

IL SUD (GEOGRAFICO) DEL SUD (ISOLA) DEL SUD (EMISFERO)

Durante este loco, intenso y estupendo fin de semana, cada cosa que hacía, pensaba: si tuviera un Ipad, la escribiría ahora mismo en el blog, para poderla compartir, aunque de lejos, con las personas a las que quiero. Y ahora, después de haber vuelto, me parece que no sé por dónde empezar, casi como si no me quedara nada que decir. Quizás aún esté cansada y traumatizada… jejeje. Ahora os intento explicar porque.

Empecemos por el principio (ya lo sabéis que soy “logorroica” (¿alguien puede decirme como se traduce esta magnífica palabra?), también cuando escribo, así que a apechugar! Y a los que no les apetezca apechugar, ¡fuera de mi blog! …. Dios mío, me parezco cada vez más a Jose GL, no!!!!)

DECÍA:EL PRINCIPIO.
Ya que estoy aquí sólo 6 semanas, tengo que aprovechar al máximos los findes, para visitar todo lo que pueda y sobretodo todo lo que no vaya a ver luego con mis futuros compañeros de viaje, Paolo y Jose MF)… así que la semana pasada me pasé días organizando todos mis findes, incluidos los que pasaré con ellos (como Jose sabe muy bien, después de nuestra charla por skype cada uno con su mapa de NZ delante). 

Así que el finde pasado, decidí ir a visitar el sud de la isla del sud, o mejor dicho Southland. Así que dejé que AirNZ me clavara unas palizas de muerte por los billetes y me fui (a mi alma catalana esto le dolió mucho). Hay que decir, antes de empezar, que este era mi primer viaje completamente sola y estaba muy, pero que muy preocupada…

Salí de WLG el viernes por la tarde, después de trabajar y dejando atrás la lluvia y el frio que estaba convencida me perseguiría todo el finde (y en parte así ha sido, bendita “nuvola di Fantozzi”).  Por lo tanto iba vestida tal como salí de Barna: jersey, botas, paragua, chaqueta, etc. Y menos mal, porque aquí hace frio. ¡Vaya caquita de verano que tienen! Si esta mañana hacían 2 grados más en Barna (noche, invierno) que aquí (día, verano). Flipo.

Anyway: mi vuelo hacía escala en Christchurch y allí cogí un avión mucho más pequeño de los que normalmente acostumbro a coger. Carlo, tu me dirás que avión es: caben 68 pasajeros, hay dos filas de dos asientos y si estás sentado al lado de la ventanilla, no tienes espacio debajo de los pies para poner la mochila, ni arriba tuyo para ponerte de pie (ni yo que tengo las medidas de un hobbit, me he dado una buena hostia, tengo que decir…). Ah, y apenas tiene tres escalones para subir. Mira, más fácil, pongo una foto.


DUNEDIN
Llegué a Dunedin a las 7 de la tarde y me sorprendió lo verde y bonito que es el paisaje. Quisiera haber hecho fotos en el shuttle que me llevó del aeropuerto a la ciudad,  pero como siempre estuve hablando todo el rato con una señora (¡es que aquí no paran de hablar!). De hecho pensé que estaba en la comarca del señor de los anillos, aunque en realidad Hobbiton está en la isla del norte. Se ve que todos los barrios residenciales de Dunedin son así, hasta hay uno que lo llaman algo como la milla verde (no me acuerdo bien, me lo dijo una señora en el shuttle del aeropuerto) por el color verde intenso. El shuttle me dejó en el hostal que yo esperaba tan bonito como el que tuve en WLG cuando llegué. Pero me equivocaba. Quiero decir, la habitación en si no estaba mal,pero los lavabos dejan bastante a desear. Y no me funcionaba la corriente en el cuarto. Aun no entiendo porque no me quejé. No es propio de mí. 

Así que dejé rápidamente la habitación para irme a dar una vuelta y aprovechar la hora y pico de sol que me quedaba. Y la verdad que vi todo el centro (una hora, sí, es que Dundedin es una ciudad muy grande).
Sobretodo estuve alrededor del octágono, la plaza principal y la estación que es guapisima. 

Intenté ir a cenar a un restaurante de sushi recomendado por mi guía, pero eran ya las 8:40 y estaba cerrado, claro, ¡estamos en NZ! Menos mal que mi vena catalana me salvó: me había preparado bocadillos de emergencia para amortizar gastos… y entonces pensé aprovechar la movida de Dunedin, que es una ciudad llena de estudiantes que se ve salen sobre todo por la madrugada, después de dormir por la noche. Por lo menos es lo que me conté la chica californiana que conocí sentada en unas de las terrazas (con estufa) del octágono. Aquí me tenéis con mi red beer de 3 €!!! 

Sobre todo estoy satisfecha de mí, porque sentarme sola en un bar es algo que siempre me ha incomodado mucho, y lo he hecho! A muchos os parecerá una tontería, pero esta es una de las pequeñas cosas de este finde de las que estoy orgullosa. La solitud me ayuda a conocerme mejor y sobre todo a tranquilizarme. Y a relajarme. Bien. Además, después de un poco de estar sola, siempre acabas hablando con mucha gente, ¡es divertido!

Por la noche empecé a notar los primeros signos de mi viejez, ya que no sólo me incomodaba la situación no excesivamente mala del lavabo, sino que además me empecé a quejar interiormente por los ruidos y las voces de la gente en el hostal. Pero todavía no sabía que estaba a punto de convertirme directamente en una viajadora del Inserso aburrida (no de las divertidas como Marta y Carmen). Lo descubriría al día siguiente. 

Dormí muy poco, ya que me desperté YO SOLA antes que sonara el despertador, como a las 6 de la mañana (intentando llamar a Paolo para aprovechar el wifi gratis, y me había olvidado que el pobre estaba viajando a Valencia).  Llovía “ca ó patatern’ s’avia scurdate é l’acqua”, es decir, mucho, y estaba todo oscuro, pero estaba decidida a acabar con Dunedin. Así que me fui primero a la estación de ferrocarril donde había un Farmers´Market buenísimo! 

No os digo que placer desayunar capuccino ecológico y un apple pie casero… ya me veis lo contenta que estaba…

Luego me fui decidida a ver todo lo que había seleccionado en mis guías: el jardín chino (sólo desde fuera por dos razones: el coste y el horario de apertura, jejeje), 

la fábrica de Cadbury (pero pasé de pagar casi 30 $ de entrada),

el museo de Otago (entré por refugiarme de la lluvia, y tengo que admitir que no hice ninguna donación – además pasó lo típico de cuando te proteges de la lluvia: paró mientras estaba dentro del museo y por poco no vuelve a empezar cuando salgo) y sobre todo la Universidad de Otago, que realmente merece la pena. 

Caminando hacia el jardín botánico, que es muy bonito (aunque el de WLG es mucho más xulo – y me da vergüenza decir que no he ido nunca al de Montjuïc) me di cuenta que los barrios de al lado de la uni – típicos barrios de casitas de madera con jardín – están habitados casi exclusivamente por estudiantes, que se personalizan sus casas de maneras muy divertidas y originales. 

Después del jardín botánico me pateé los 2,8 km de vuelta al centro, decidida a ir a Olveston, una casa del siglo pasado. No sabía que, como en WLG, las distancias dependen mucho de la pendencia de las calles. Así que me tuve que comer la cuesta con patates fregides, pero el panorama valió la pena. 

La casa en si fue toda una experiencia, ya que allí empezó oficialmente mi viaje del inserso: durante la visita guiada a esta casa de una hora, que vale casi 20 $, con la anciana descendiente de los pijos de la construyeron explicando anécdotas pijas sobre los habitantes de la villa, me di cuenta que era la única over 50 del grupo. 

Me quedé con las ganas de ver la península de Otago, donde se encuentra el único castillo de NZ (Larnach castle) y se hacen excursiones para ir a ver los pingüinos de ojos amarillos y bichos similares. Pero no tenía tiempo, y me tuve que conformar con una comida buenísima en un restaurante de pescado (que vergüenza, no me sabía los nombres de los pescados y la camarera me llevó al poster donde aparecen todas las fotos) y el viaje en el trenecito amarillo…


TAIERI GEORGE RAILWAY
De la estación, que ya merece la pena la visita en sí, sale este divertidísimo tren que hace un recorrido por tierras espectaculares y en el trozo de vía de tren privada más largo de NZ. 

El tren salió a las 14:30 y llegó a Pukatarangi, en el medio de la nada, después de un par de horas. En el tren conocí a una simpática pareja de la isla del norte (la edad de inserso también) que me estuvo aconsejando para mi siguiente viaje a Rotorua. lo mejor fue que aunque hacía mucho frio, no llovió durante todo el trayecto y pude hacer unas fotos preciosas (o sea, las fotos en sí pueden ser feas, pero os aseguro que los paisajes eran espectaculares).








En Pukatarangi cogí un minibús junto con dos compañeros de viaje (un señor australiano y una señora mayor de Norther Island, que volví a encontrar al día siguiente en Milford sound y nos saludamos como dos buenas compañeras de viaje) que me llevó, en poco más de 4 horas, por los increíbles aunque desolados paisajes de Southland, hasta Queenstown. Lástima que llovía, porque el simpático driver del primer minibús (tuve que cambiar 3) – que por inciso no paraba de hablar y nos contó la historia casi de cada oveja de esa tierra y os aseguro que había muchas – nos dijo que uno de los valles que atravesamos lo llaman blood valley y una de las explicaciones es que al atardecer el sol colora todo de rojo. Pero el simpático driver nos enseñó su puente favorito 

y la oficina postal más antigua de NZ que aún funciona, “5 days per week or on request”, es decir, si eres una de las 20 personas que viven en el pueblo, de vas a casa del postmaster, que a lo mejor es tu tío, y le dices: “por favor, ¿me dejas enviar un paquete?” y él te abre la oficina. 

Todo el paisaje hasta Queenstown es muy árido, praderas para que las ovejas pasten (Paolo, estaba pensando en ti todo el rato), valles verdes (y menos verdes) en el medio de las montañas. Es muy bonito, hay que decirlo. 





QUEENSTOWN 1: LA DIVINA COMMEDIA 

I 1: INFERNO
Llegué a Queenstown después del extenuante viaje en bus, ya cabreada porque me habían llamado del hostal para avisarme que habían tenido problemas con mi reserva y no había habitación privada para mí. O sea: me había pasado todo el día pensando que después de la mala noche en Dunedin, habría tenido mi habitación y me hubiese dado una buena ducha caliente y… no podría estar más lejos de la realidad. Llegué a un bonito hostal, pero lleno de gente disfrazada por la fiesta de carnaval que iban a hacer durante toda la noche (cosa que no imaginaba) y sobre todo, borracha hasta el culo. El chico de la recepción también. Y me dijo que me podía quedar en una habitación compartida esa noche y al día siguiente me daría una habitación solo para mí, todo free of charge… allí mi alma catalana tranquilizó las quejas que estaban ya surgiendo espontaneas de mi boca, pensado que algo es algo. Pero cuando vi es estatus lamentable en que se encontraba el lavabo, mi alma catalana se calló. Y una nueva faceta de mi personalidad, que acabo de bautizar alma inserso, emergió: dormí fatal, por el ruido de la fiesta, la suciedad, la pudor de mis compañeros de cuarto y la incomodad de las literas (donde por cierto, fue sentarme y golpearme la cabeza, que ya me dolía por el cansancio y el viaje. Punto positivo: contuve las lágrimas y me hice más fuerte).  

Así que después de 5 horas de mal sueño, me levanté que no eran ni las 6 de la madrugada y me puse en internet buscando una habitación en la cadena de hostales de la que soy ya oficialmente fan: YHA!!! Cuando vi que había sitio (no había reservado allí desde el primer momento porque no había sitio el sábado y me pareció una locura cambiarme de hostal por dos días… ¡lo que la vida te enseña!) me puse tan contenta que hasta me puede reír del dialogo absurdo que tuve con el simpático irlandés de la recepción después de sus mil escusas, y que os detallo a continuación, como preludio al purgatorio:
Él (con una botella de no sé en la mano y los ojos rojos): Why you haven’t gone to bed yet?
Yo (riéndome en mi interior): I have just wake up.
Él (mirando el reloj y riéndose con esa risa tonta que solo una buena trompa de da): Fuck, i´t six in the morning… in 2 hours I have to start working. And for sure tomorrow I will get you a private room (y más disculpas).
Yo (casi teniendo compasión por él): Don´t worry, we talk tomorrow, when you wake up. You are tired (que politically correct que soy) now.
Él (con más risa tonta aún): I am not tired. We have a word in English… I’m drunk!

    2: PURGATORIO
Y fue así que a las 7 ya estaba en la puerta del YHA, después de haber desayunado en uno de los 2 bares abiertos (¡increíble a estas horas!). Pero hasta las 2 no podía entrar a mi habitación, aunque la chica me dejó usar el lavabo del staff (arriba no me podía dejar pasar porque todavía no era oficialmente huésped del hostal… ¿qué diferencia no, del seguidor de san patricio? 

Así que por fin pude empezar a preocuparme por mi excursión al fiordo Milford, ya que el cielo amenazaba lluvia y temía la cancelación del vuelo. Después de llamar numerosas veces al número (gratuito, obviamente… el alma del inserso ya estaba más tranquila con el nuevo hostal, así que la catalana volvió a tomar el control de la situación) de la compañía y haber entendido mal (joder es que estos kiwis tienen un acento…) que me habían cancelado el vuelo, por fin, conseguí averiguar que mi excursión estaba confirmada… y corrí hacia mi antiguo hostal donde el taxi debía ir a buscarme. Ya contenta y satisfecha (tengo varias fotos con sonrisa idiota de felicidad a lo largo de todo el finde, como la que sigue) pude sacarme una foto delante del peligro ya superado (es decir, otra ducha en ese  hostal).  

3)      3: PARADISO: VIAJE A MILFORD SOUND
Milford sound es uno de los fiordos más xulos de Fiordland, hay mucho que dicen que es el más bonito, pero también hay otro fiordo que se llama Dubtful, y no se ponen de acuerdo sobre cuál es realmente el más bonito… 

Pero de verdad es espectacular, toda la excursión lo fue. Mi alma catalana se ha resignado a aceptar el coste de 455$ porque realmente merecía la pena. Fui al fiordo en una avioneta de 10 sitios (piloto incluido) y durante los 45 min del vuelo espectacular hasta el fiordo estive sentada al lado del piloto, ya que los demás del inserso estaban todos aparejados. 

PAOLO, TU NO LEAS LAS SIGUIENTES LÍNEAS, MÓNICA TU TAMPOCO. Carlo tú sí, ya que va por ti. No me importó aparejarme (en el sentido de los asientos) con el piloto, ya que fue increíble, además, estos pilotos acaban tenido cierto sex appeal que no sé si es debido a la abstinencia o a que realmente molan. Así que Carlo, ya sabes, alguna señora del inserso seguro se te insinuará cuando trabajes de piloto. 

PAOLO Y MONI, OS PODEIS REIRCOPORAR A LA LECTURA.
Carlo, he hecho mogollones de fotos y videos que ya te enseñaré, que sepas que pensé en ti durante todo el viaje y a cuando trabajarás de esto, porque estoy segura que lo conseguirás. A lo mejor te tendrás que venir una temporada a NZ. Moni, tienen una buena compañía de ballet, así que puede ser provechoso para los dos… allí lo dejo.






Llegados a Milford, juntos con mis compis del inserso hice un crucero de 2 h y pico en el fiordo, estupendo… cascadas y paisajes increíbles… 






y sólo me cagué un poco en los videos y las fotos de la avioneta cuando se me apagó la cámara durante una batalla de leones marinos… por cierto, por la felicidad de mi alma catalana, también estaba incluido el lunch en el viaje… 

Durante el vuelo de regreso me mareé bastante, no sé si por haber comido, por el cansancio o por las turbulencias. Así que realmente cuando llegué a mi nueva habitación, fue como cuando se acaba el Paradiso y Dante entra al último cielo y ve a Diós… joder, es que mi habitación molaba que te cagas… (y me perdonareis por las palabrotas) 

Además del lavabo con ducha y del patio, tenía para prepararte té y café!!! Hasta tenía secador de pelo, esto sí, al lado de la Holy Bible (más paraíso de esto, no se puede).

QUEENSTONW 2: LA VENDETTA (O MEJOR: LA RIVINCITA DI MADDALENA)
De vuelta del fiordo y después de haberme relajado un poquito en el hostal, pude finalmente dedicarme a conocer Queenstown, donde se ve que había llovido toda la mañana, pero por suerte ya no. 

Está pequeña ciudad alpina, llena de turistas tanto en verano como sobre todo en invierno, está situada en el medio de las montañas y de un lago precioso. Es un escenario realmente único. 

Aunque hay que decir que la ciudad en si se ve en 10 minutos (parándose a sacar fotos). 

Merece la pena subirse al skyline (25$ ida y vuelta), en total no perdéis más de media hora, ¡porque la vista de allí es preciosa! 




Queenstown es conocida por ser una ciudad atípica: como el simpático driver me había avisado, las tiendas abren y cierran en horarios diferentes respecto al resto del país (donde, os recuerdo, el horario para cualquier cosa, hasta las tiendas de ropa en el centro, es normalmente de 8 a 17). Y realmente el domingo había tiendas abiertas a las 19:30… sacrilegio!!!!

Dejé de lado la idea del crucero en el barco al vapor por el lago, ya que me encontré con un compañero de vuelo que conocí de Singapur a Sydney y estuvimos tomándonos una cerveza y asistimos a un concierto organizado para recoger fondos para Christchurch en la playa de Queenstown. 

Por lo menos, ¡me relajé un poco! Hasta fuimos a cenar a un restaurante de pescado donde me encontré dos de mis ancianos compañeros de Milford, que me recomendaron, juntos con la camarera de Madrid, de esperarme a que se liberase una mesa ya que el sitio estaba muy bueno. Así que entre el pescado, el vinito blanco y el cansancio, me emborraché y dormí como una reina en mi estupenda cama doble… aunque solo 6 horas y media, ya que mi alma estresante decidió coger el autobús de las 7:05 para ir al aeropuerto en lugar del de las 7:20… sabía ya que tardaría como mucho 20 minutos, pero quise adelantarme… y por eso tuve otra lección de la vida: ya que estaba medio dormida, no mi de cuenta de que el aeropuerto (no he visto el de Reus, pero seguro que es más grande) sólo tenía una parada y me la salté… menos mal que el amable driver me dejó en una estación donde podía pillar el autobús de después. Y aun así, llegué demasiado pronto. 

Nens, después de tres noches de dormir un promedio de 5 horas, llegué a WLG a las 11 de la mañana y me fui a trabajar (a mi amada y odiada tesis)… pensando que ayer tendría la fuerza Y EL TIEMPO de escribir todo esto que me ha costado creo que al menos 5 horas… y creo que Jose GL me matará porque se supone que debería estar traduciendo…

Pero espero haberos entretenido un poquito y transmitido lo que yo he sentido. Os quiero mucho. 

Hoy tengo algunas dedicatorias especiales:

A Paolo: me ha encantado viajar sola, pero contigo me lo paso mucho mejor!
A Jose MF: ya sé que te he hecho morir de envidia, pero es porque te quiero!
A Sandra: porque si he escrito tantas tonterías es porque te rías leyéndome!
A Carlo: porque las fotos del vuelo son para ti!
A Eleazar: porque me haces sentir como si estuviera en clase!